La parte más importante de un proceso de coaching es la definición correcta del objetivo con el que trabajar. Como dijo el filósofo romano Lucio Anneo Séneca, “No hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde va”. Esto es tan importante que si se hace correctamente, el coachee tendrá más de medio camino hecho. Con un objetivo bien definido se podrá evaluar cuánto de lejos está de su meta y definir correcta y precisamente los pasos que le acerquen a ella.
Es cierto que hay casos en los que el cliente tiene perfectamente claro y definido su objetivo, pero lo más habitual es que venga al proceso de coaching con una idea más o menos imprecisa o genérica de lo que desea. Es en esta etapa G donde podemos poner a su servicio toda la técnica que conocemos como coaches para que pueda definir correctamente su objetivo y trabajar con él. Como veréis en este vídeo, tiene sus truquitos y líneas guía y puede llevar bastante tiempo.
Hoy hablamos de la primera etapa de cualquier proceso de coaching según el método GROW: la G de Goal, objetivos. Recuerda que esta serie de vídeos sobre la metodología GROW está basada en este totalmente recomendable y recomendado libro de John Withmore, que fue quien la inventó. Bienvenido, bienvenida a Cosas de Coaching.
Según dice John Withmore, tendemos a obtener aquello en lo que nos concentramos. La definición del objetivo por parte del coachee tiene como consecuencia que se concentre en él, con lo que tendrá más posibilidades de obtenerlo. Casi la primera pregunta que hay que realizarle a un coachee es “¿cuál es tu objetivo? ¿qué quieres trabajar?”. Obtendremos la mayoría de las veces una descripción de lo que él o ella considera que es su meta, lo que quiere alcanzar a partir de la situación actual en la que se encuentra. En este gráfico llamaremos a esto que nos dice el coachee el objetivo final. Suele ocurrir que ese objetivo final pocas veces está al 100% bajo su control. Puede ser que en algún aspecto sí lo esté, pero desde luego no al 100%.
Para ir comprendiendo bien cada paso que demos en esta explicación, vamos a poner el ejemplo de Ana, una coachee que expresó su objetivo final como “Quiero encontrar un trabajo mejor del que tengo ahora”. Puede que ella tenga claro en su cabeza qué es un trabajo “mejor” del que tiene ahora, pero para poder trabajar, necesitamos, con preguntas, por supuesto, que lo defina más precisamente.
Pero antes de bajar al detalle y empezar a desmenuzar qué tiene de malo su trabajo actual para Ana y qué es para ella un trabajo “mejor”, es buena idea que ayudemos a Ana a tomar un poco de perspectiva, a encuadrar su objetivo preguntándole para qué quiere lo que quiere. Su respuesta constituirá lo que John Withmore llama el objetivo soñado, el gran PARA QUÉ. Este objetivo soñado es donde reside la inspiración y la motivación que guiará emocionalmente al coachee para obtener su objetivo final durante todo el proceso de coaching. En algunos momentos puede ser necesario recordar qué nos inspiró a empezar o a seguir con lo que deseamos.
Nuestra coachee Ana, a nuestra pregunta “para qué quieres lo que quieres”, ha respondido “para ser económicamente independiente y sentirme valorada profesionalmente”. Esta será su objetivo soñado que, evidentemente, tiene que estar relacionado con el objetivo final. Esta pregunta puede ayudar a Ana a reflexionar sobre los verdaderos motivos por los que ha empezado el proceso de coaching y convierte a su objetivo final en la manifestación concreta del objetivo soñado.
Ahora debemos pasar de la inspiración a la acción. El siguiente paso es convertir el objetivo final en un objetivo de rendimiento relacionado con su objetivo final. Su principal característica es que esté al menos al 99% bajo el control de coachee, que depende directamente de él o ella. Para poder llegar a definir este objetivo de rendimiento, que será ya operativo y con el que podremos trabajar normalmente, es necesario plantear ya preguntas de detalle a partir del objetivo final, del tipo “¿qué tiene que tener para ti un trabajo para que sea mejor que el actual?”, “¿qué te hace sentir realizada profesionalmente?”, “¿cuánto dinero necesitas como mínimo para ser económicamente independiente?”
Con todas esas preguntas lograremos que el coachee investigue sobre cuáles concretamente son sus necesidades. Cuanto más concrete, mejor. Y no olvidar hacer referencia a su responsabilidad, a que las cosas que pida o desee dependan lo más posible – idealmente al 100% – de él o ella. Cuando haya dudas podemos siempre plantear la pregunta “¿hasta dónde depende de ti eso?”
En nuestro ejemplo, Ana ha llegado a definir su objetivo de rendimiento como “Hacerme visible y valiosa para las empresas del sector donde quiero trabajar”. En este caso, Ana tiene perfectamente claro, y así lo hemos comentado durante el proceso, qué significa para ella ser visible y valiosa para una empresa. Hemos comprobado, además que hacerse visible y valiosa es algo que depende casi al 100% de ella.
Bajemos un poco más hasta el último nivel, los objetivos de proceso. Estos, además de estar también al 100% bajo el control del coachee, son los que conectan la situación actual, la posición de salida, con el objetivo de rendimiento; deben estar alineados con los dos. Usamos el plural porque, al contrario del resto de objetivos que hemos visto hasta ahora, pueden ser más de uno. Además son los famosos objetivos SMART, de los que quizá hayáis oido hablar alguna vez. Deben ser eSpecíficos, Medibles, Acordados (atención aquí al compromiso del coachee con ellos, es el ejercicio visible de su responsabilidad con ellos), Realistas y acotados en el Tiempo. En este último nivel es donde podemos trabajar adecuadamente. A partir de estos objetivos podremos ir avanzando hacia las siguientes etapas del Método GROW.
En el caso de Ana, y como ejemplos, decidió los siguientes objetivos de proceso. Algunos están en forma de pregunta. Su trabajo consistía en responderla:
- Averiguar qué necesitan las empresas del sector donde quiere trabajar
- Descubrir dónde buscan candidatos para sus puestos disponibles
- ¿Qué precio estoy dispuesta a pagar: cambio de residencia, viajes, horario, sueldo…?
- ¿Qué me hace sentir valorada profesionalmente?
Por último, vamos a añadir unos pequeños truquitos para poder definir objetivos de proceso de mejor calidad.
- Enunciados en positivo. Es más efectivo decir “quiero conseguir esto” que “no quiero conseguir esto”
- Relevantes / Importantes. Ya que conseguir objetivos nos va a costar esfuerzo (al menos de reflexión y tiempo), es más efectivo centrarse en cosas que son importantes para nosotros y relevantes respecto al objetivo soñado
- Retadores, además de Realistas. Esto engancha con la motivación que provoca en nosotros querer alcanzar el objetivo soñado. Un objetivo de proceso demasiado fácil o evidente, que no requiere de nuestro esfuerzo, puede provocar un descenso de la motivación por aburrimiento
- Ecologicos. Esto es muy importante. Asegurarse que los objetivos elegidos – no solo los de proceso, sino todos – son coherentes con nuestro sistema de valores. Eso es lo que significa ser ecológico. Nos será muy difícil, sino imposible, conseguir objetivos que vayan en contra de lo que somos como personas.
Visto de lejos puede parecer un poco lío todos estos diferentes objetivos, cada uno en su nivel, pero en la práctica no lo es tanto. El secreto de que esto funcione es asegurar en cada paso que todos los objetivos están alineados y que unos dependen de otros. De esa manera el coachee se acercará a su objetivo soñado tras cada objetivo de proceso logrado.
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