La primera acepción en el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua del verbo Inspirar es «aspirar el aire exterior hacia los pulmones». Pero la que nos interesa hoy es la segunda, que dice que Inspirar es «infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas, designios, etc.». Esta segunda acepción define lo que ocurre cuando alguien, otra persona, nos inspira. ¿Te has sentido inspirado por alguna persona alguna vez? ¿Qué fue concretamente lo que te inspiró de ella? ¿Fueron sus palabras, sus actos, su simple presencia…? ¿Qué afecto, idea o designio hizo nacer esa persona en ti? ¿Que hiciste en tu vida como consecuencia de esa inspiración?

La inspiración lleva consigo una connotación positiva. Hoy hablamos de cómo otros te inspiran, de cómo funciona ese mecanismo aparentemente mágico que hace que queramos convertirnos en una persona mejor, en una que nos gusta más y que, si la inspiración es lo suficientemente intensa, llevemos a cabo acciones para conseguirlo.

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Para hablar de Inspiración recurrimos a un triángulo cuyos vértices representan tres cuerpos del ser humano: el cuerpo físico, el que se puede tocar y donde están nuestros sentidos; el cuerpo emocional, donde están nuestras emociones; y el cuerpo mental, donde están nuestros pensamientos.

Etimológicamente, Inspirar viene del latín inspirare, que significa soplar. Cuando otra persona nos inspira, sentimos su soplido etimológico llegar desde este lado del triángulo a uno de estos dos cuerpos: el emocional o el mental. Puede llegar a uno, a otro o a los dos a la vez, no necesariamente de manera equilibrada. Además hay que tener en cuenta la intensidad con la que nos llega. En función de esa intensidad y puesto los tres cuerpos están conectados, el soplido se puede pasar de uno a otro y llegar incluso al cuerpo físico Será entonces cuando realicemos alguna acción concreta como consecuencia de la inspiración que hemos recibido.

Es importante saber que aquella persona que nos inspira no tiene intención de hacerlo, somos nosotros los que nos sentimos inspirados por él o por ella. Esto es lo que hace que la misma persona pueda inspirar a unos y no a otros. Es algo que tiene que ver más con el que recibe que con la persona que inspira, aunque ambos jueguen su papel.

Cuando el soplido de la inspiración nos llega en mayor proporción a la mente es cuando provoca en nosotros ideas o designios, que son pensamientos voluntarios acerca de algo. Cuando llega mayoritariamente al cuerpo emocional es cuando nos provoca afectos o actitudes, que son valoraciones o tendencias, positivas o negativas, hacia algo. Después una idea puede llegar a provocar afectos o a la inversa. En ese momento, ya tenemos la inspiración moviéndose dentro de nosotros, ya nos ha «hecho efecto».

Para explicar un poco mejor el efecto de la intensidad de la inspiración, vamos a usar el iceberg de los niveles neurológicos del ser humano, que ya vimos en otro vídeo de Cosas de Coaching, el cual te invito a que vuelvas a ver ahora mismo. Aquí arriba te dejo el link.

El soplido de aquella persona que nos inspira viene desde arriba, desde su parte visible. Bien sean sus acciones o sus palabras, en el nivel del entorno, bien sus conductas o comportamientos, algo que vemos en ella nos hace sentir su soplido. Pero aunque venga de arriba, para que nos sintamos inspirados, el soplido tiene que entrar en el agua, bajar a la parte de nuestro iceberg que no es visible. En función de la intensidad del soplido, de la inspiración, llegará a «tocar» una parte u otra de nosotros. Es el momento en que se produce la magia: cuando percibimos algo no visible en el iceberg de la persona que nos inspira que conecta de manera no consciente con algo similar nuestro iceberg particular.

Es posible que la intensidad del soplido solo llegue al nivel de las Capacidades. Cuando la inspiración viene sobre todo del cuerpo mental, puede provocar que cambiemos nuestros mapas mentales, que veamos las cosas de otra manera, que nos abra puertas a ampliar nuestro mapa, la forma en que vemos el mundo… Si viene más bien desde nuestro cuerpo emocional, es posible que cambie nuestros afectos o actitudes, nuestras estrategias, la manera de acercarnos o alejarnos de algo, que cambie nuestra respuesta emocional ante determinadas situaciones.

Un soplido, una inspiración más intensa, puede que llegue al nivel de nuestras Creencias y Valores. Puesto que en este nivel es donde se encuentra la Motivación, es el punto donde la Inspiración se convierte de forma casi automática en algo que «nos mueve» a hacer cosas. Lo curioso de la motivación que proviene de la inspiración de otra persona es que es de tipo intrínseco, somos nosotros mismos los que nos motivamos a hacer las cosas de forma diferente. Quizá porque nuestras creencias y valores se han ampliado, intensificado o nos las hemos replanteado. La motivación viene de dentro y no de fuera, por eso es intrínseca.

Un soplido de inspiración aún más fuerte llegará al nivel, ya muy bajo, de la Identidad. Son esos casos en los cuales la persona que nos inspiró provoca que nos planteemos cuál es nuestra misión en la vida, a que empecemos, quizá, a ser y comportarnos como aquella persona que queremos ser. Son cambios muy profundos estos, donde, a veces, ponemos patas arriba nuestra vida, «despertamos» del letargo en el que nos encontrábamos y nos dedicamos a ser coherentes con quienes somos o queremos ser.

Por último, puede que el soplido sea tan intenso como para hacer temblar los mismos cimientos de nuestro iceberg, aquellos en los que se basa lo que somos como ser humano. La inspiración puede llegar a que cambiemos nuestra visión de la vida, la forma en que deseamos trascender a ella en beneficio de otras generaciones venideras.

Sea cual sea el nivel al que haya llegado el soplido de inspiración de otra persona, recuerda que cambios que se produzcan en un nivel provocan cambios en los niveles superiores. Con lo que es muy probable que, si realmente te has sentido inspirado porque el soplido ha llegado a niveles subacuáticos, como poco cambien tus acciones, tus conductas y tus comportamientos en consecuencia. Ese será el resultado visible de la inspiración.

Llega ahora la «Pregunta del Millón»: ¿qué hace que lo que haga o diga alguien nos inspire? ¿Por qué las mismas cosas no inspiran a todos por igual? ¿Cómo el soplido de inspiración engancha en uno u otro nivel profundo de nuestro iceberg?

La respuesta es sencilla: la resonancia. Es un término que en acústica se utiliza cuando un sonido se produce por repercusión de otro. En el ámbito que nos ocupa, la resonancia se produce cuando, a través de alguna acción o comportamiento de la persona que nos inspira, sentimos en nuestro interior «resonar» lo que intuimos que esa persona tiene en su parte no visible y que le provoca hacer, decir o comportarse de la manera en que lo ha hecho. Cuando el soplido llega hasta nuestras creencias y valores, por ejemplo, es porque alguno de los valores que intuimos en la persona que nos inspira resuena con alguno de los nuestros. Cuando llega a la Identidad es porque la inspiración ha amplificado esa necesidad de definir o hacer realidad y concretar nuestra misión en la vida, que ya la teníamos dando vueltas dentro de nosotros, probablemente, y no le habíamos hecho el suficiente caso hasta ahora. Ese es el efecto de resonancia. La inspiración provoca resonancia en nosotros.

Como ves, la inspiración que otra persona nos provoca tiene mucho más que ver con nosotros mismos que con ella. Ella es una especie de catalizador que nos permite conectar con nosotros mismos de una manera más intensa. Es como la energía que necesitábamos para poder dar más luz dentro de nosotros donde no había suficiente.

Para terminar, te voy a pedir que recuerdes ahora una persona que te haya inspirado en algún momento de tu vida. Detente un momento a mirar dentro de ti para descubrir hasta qué nivel llegó su soplido. ¿Llegó al nivel de las capacidades y te hizo ver las cosas de otra manera? ¿Llegó a modificar o amplificar tu sistema de creencias y valores? ¿Provocó que revisaras tu misión o tu visión de la vida? ¿Cómo funcionó en ti la «magia» de la que hablaba al principio? ¿Llegaste a hacer o quizá aún estás haciendo cambios visibles en tus acciones o comportamientos como consecuencia de aquella inspiración? ¡Cómo alguien puede cambiar tanto tu vida sin ni siquiera tener intención de hacerlo, ¿verdad?!

Bueno, pues hasta aquí hemos llegado hoy. Dale al like si te ha gustado este vídeo, suscríbete al canal si quieres seguir aprendiendo y comenta lo que quieras en la sección de comentarios. Gracias por pertenecer a la gran Comunidad de Cosas de Coaching.

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